Puedes leer el artículo y/o mirar el video en Youtube que está más abajo
La comunicación con niños pequeños se constituye como un puente fundamental entre los adultos y las mentes curiosas en desarrollo. Desde la perspectiva fonoaudiológica, se reconoce que cada interacción representa una oportunidad única para estimular el desarrollo del lenguaje. El presente artículo busca guiar a padres y profesionales en el arte de comunicarse efectivamente con los más pequeños.
En primer lugar, te invito a imaginar el rostro de un niño pequeño, sus ojos brillantes, su curiosidad infinita. Cada sonido, cada gesto se considera una ventana abierta al mundo del lenguaje. Como profesionales y padres, se tiene el privilegio increíble de ser los primeros maestros en la comunicación con estos pequeños exploradores.
En este contexto, la comunicación no se limita a hablar. Se trata de tender un puente invisible entre el mundo adulto y el universo infantil, donde cada palabra tiene el potencial de nutrir el desarrollo cerebral y emocional. Cuando se habla con un niño, no se transmite simplemente información, sino que se construyen las bases de su futura capacidad para expresarse, comprender y conectar con los demás.
Surge entonces la interrogante: ¿Cómo se puede hacer que cada conversación sea realmente significativa? La clave radica en la intención y la estrategia. Se sugiere buscar los momentos mágicos: aquellos instantes cuando el niño está despierto, alerta y receptivo. No se trata de bombardearlo con palabras, sino de acompañar su curiosidad natural.
En este sentido, se recomienda enfáticamente la comunicación cara a cara como el mejor aliado. Por lo tanto, se aconseja arrodillarse, inclinarse, buscar sus ojos. Además, cuando se está a su nivel, no solo se facilita su comprensión, sino que se le demuestra que lo que tiene para decir o mostrar es importante. Por consiguiente, las expresiones faciales se constituirán en su primer diccionario emocional: se sugiere exagerar, jugar, transmitir alegría.
Asimismo el tono se considera crucial. Los niños son detectores de emociones, capaces de interpretar mucho más allá de las palabras. Una voz cálida, pausada, con variaciones melódicas, les invita a explorar el lenguaje sin miedo.
En este contexto, un estudio revolucionario realizado por Martínez-Álvarez, Gervain, Koulaguina, Pons y de Diego-Balaguer (2023) ha arrojado luz sobre la importancia crítica de las señales prosódicas en el desarrollo lingüístico infantil. Posteriormente, se exploraron cómo las variaciones en el tono, ritmo y acentuación del habla influyen en la capacidad de los bebés para comprender estructuras lingüísticas complejas.
Sus hallazgos son fascinantes, en primer lugar, la prosodia no es un mero adorno comunicativo, sino un mecanismo fundamental en el aprendizaje del lenguaje. Además, las señales prosódicas actúan como un andamiaje cognitivo, ayudando a los bebés a desentrañar los patrones lingüísticos más sutiles. Más allá de transmitir emociones, estas variaciones vocales se convierten en una herramienta neurológica que facilita la comprensión y el procesamiento del lenguaje en las primeras etapas de desarrollo.
La investigación concluye que la modulación vocal es mucho más que expresividad, es un lenguaje en sí mismo, un código que los niños descifran instintivamente. Cuando hablamos con variaciones melódicas, no solo estamos comunicando información, sino construyendo literalmente las bases neurales del lenguaje en el cerebro infantil.
Una voz cálida, entonces, no es solo un recurso emocional, sino una herramienta de aprendizaje neurológicamente sofisticada. Cada variación tonal, cada cambio de ritmo, es una lección silenciosa que los niños absorben con una precisión asombrosa.
Es común que los padres caigan en la trampa de simplificar el lenguaje con onomatopeyas o palabras infantilizadas. En consecuencia, en lugar de usar «gua guá» para referirse a un perro, o «tutú» para un auto, se recomienda utilizar el lenguaje correcto. Por ejemplo, cuando el hijo señale un perro y diga «gua guá», se sugiere responder: «¡Sí, un perro! Mira cómo mueve la cola». De este modo, se contribuirá a que el niño incorpore el vocabulario preciso desde temprano.
La investigación científica respalda esta aproximación. Un estudio destacado de Lalonde y Werner (2019) publicado en el campo de la psicolingüística infantil revela hallazgos fundamentales sobre el desarrollo del lenguaje. Los investigadores demostraron que los niños procesan el lenguaje no solo a través de señales auditivas, sino también mediante claves visuales cruciales. Su trabajo sugiere que la exposición a un lenguaje rico, contextualizado y preciso potencia significativamente la capacidad de comprensión y expresión lingüística. Específicamente, evidenciaron que los gestos naturales y el habla clara actúan como elementos complementarios que facilitan la adquisición del lenguaje, mejorando la percepción y la comunicación en entornos diversos, incluso en condiciones acústicas complejas.
Adicionalmente, se enfatiza la importancia de los gestos como segundo lenguaje. En este sentido, un movimiento de mano, un señalamiento, pueden ser más elocuentes que cien palabras. Por lo tanto, se aconseja acompañar la voz con movimientos naturales, simples, fáciles de imitar.
En primer lugar, no se debe temer a la repetición, pero se recomienda jugar con la variación. Así, se sugiere nombrar el mismo objeto de diferentes maneras, usar sinónimos, introducir matices. En este contexto, la repetición no representa aburrimiento, sino consolidación.
Por otro lado, los juguetes se consideran aliados fundamentales en esta aventura comunicativa. De hecho, una muñeca, un camión, un peluche pueden convertirse en portales mágicos para estimular el juego simbólico y el lenguaje.
Y tal vez lo más importante es escuchar. No como un interrogatorio, sino como un diálogo abierto. Cuando un niño balbucea, gorjea o pronuncia su primera palabra, está tendiendo un puente hacia ti. Responde, celebra, amplía.
A este respecto, se recomienda que el tiempo de pantalla sea un aliado, no un reemplazo. En consecuencia, para menores de dos años, se sugiere limitarlo a conversaciones por video. Posteriormente, de dos a cinco años, no más de una hora diaria, siempre acompañado y comentando lo que se ve juntos. Te dejo el link a un blog que hice en la pandemia sobre este tema
Finalmente, no existe una fórmula mágica, sino el amor, la paciencia y la intención de conectar. En definitiva, cada niño representa un mundo único, y se tiene el privilegio de ser su primer intérprete, su primer maestro de lenguaje.
Te dejo la guía de la Lic. Cecilia Cantelli
Autora: Lic. en Fonoaudiología Cecilia Canteli
Owens, R. S. (2004). Help your baby talk. New York: Penguin Putnam.
Owens, R. E. Jr (2018). Early language intervention for infants, toddlers and preschoolers. New York: Pearson Educación, Inc.
Cecilia Canteli es Licenciada en Fonoaudiología, Universidad Nacional de Rosario y Speech-Language Pathology. University of the State of New York. Ha trabajado en Early Intervention Program de la ciudad de New York y actualmente se desempeña en su ciudad natal, Rosario, Sta Fe, Argentina. Si quiere contactarla puedes escribirle a cbcanteli@gmail.com
Puedes ver el video en Youtube y compartirlo
