En este Día del Fonoaudiólogo, quiero compartir una reflexión desde el corazón. Nuestra profesión es mucho más que evaluar y tratar trastornos del habla, lenguaje, voz, audición y deglución. Es un camino de constante aprendizaje, desafíos inesperados y momentos que nos recuerdan la importancia de mantener la humildad.
Recuerdo cuando estaba realizando una logoaudiometría a un paciente adulto mayor. Tras una serie de pruebas, los resultados preliminares indicaban una pérdida auditiva más profunda de lo esperado. Confundida, revisé todo el equipo técnico una y otra vez, pero no encontraba ninguna falla aparente. Fue entonces cuando me di cuenta de que, en mi modo «acelerada», había olvidado encender el micrófono. Ese pequeño descuido podría haber llevado a un diagnóstico y tratamiento incorrectos.
Esta experiencia me enseñó una valiosa lección: nunca debemos subestimar los detalles más simples ni dejar de cuestionar nuestras propias conclusiones. ( mis alumnas se cansan de escucharme deci «piensen que todos los estudios tienen que coincidir»). Como fonoaudiólogos, tenemos la responsabilidad de ser meticulosos, atentos y humildes en cada paso del camino.
Al igual que aquel micrófono apagado, hay tantas pequeñas cosas que pueden pasar desapercibidas pero que tienen un gran impacto en la vida de nuestros pacientes. Es por eso que debemos mantenernos alerta, curiosos y comprometidos con nuestro continuo desarrollo profesional.
Así que en este día tan especial, abramos nuestros oídos y corazones a esas anécdotas que nos recuerdan lo privilegiados que somos al poder marcar una diferencia positiva en la vida de los demás. Como dijo Maya Angelou: «Intenté cambiar el mundo, pero me di cuenta de que al transformarme a mí misma, las cosas a mi alrededor también cambiaron».
¡Feliz Día del Fonoaudiólogo a todos mis colegas en Argentina! Sigamos aprendiendo, creciendo y dejando una huella duradera en cada paciente que tengamos el honor de atender.